Thursday, May 26, 2011

Salta's failure to thrive

[from El Tribuno, 25 May 2011]

The Salta Province, as viewed through social indicators, is among the most fragile in Argentina & generally has the highest unemployment, as well as typical shortages of underdevelopment: housing, drinking water, sanitary services, etc. Add to this an enormous educational deficit: many Salteños haven't even finished elementary school & many are illiterate, the qualitative deficit due to insufficient public schools. In terms of sanitation, the situation is no less dramatic, with the appearance or reappearance of purportedly eradicated illnesses & "minor" problems, of the respiratory type, for example, with chronic symptoms, suffered by a large part of the population. Not to speak of the incontestable advance of drugs among youth, which can be seen by looking around the bleakest neighborhoods & in some cases neighborhoods not so bleak. For example, the violence & insecurity that accompany these symptoms of underdevelopment can't be ignored, with daily news of robberes, murders, fights, etc.

barrio postergado

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Este problema está presente también, por supuesto, en ciudades “ricas”, como la Capital Federal, Córdoba, Mendoza o Rosario. Sin embargo, la magnitud del subdesarrollo de Salta probablemente no tiene parangón, y solamente es superada por pocas provincias argentinas, habida cuenta de la enorme proporción de habitantes de la ciudad capital de Salta y porciones significativas de población del norte provincial que padecen las condiciones de subdesarrollo descriptas.

La situación podría ser explicable si Salta fuera una provincia con limitaciones de territorio, rigurosidades de clima, o estructuras productivas de monocultivo o producción de un número limitado de bienes y servicios, como ocurre con otras provincias argentinas. Sin embargo, Salta tiene una enorme extensión, posee todos los climas y tiene una estructura productiva razonablemente diversificada. ¿A qué se debe entonces el subdesarrollo estructural de Salta?

Una probable explicación de la persistencia en el tiempo del subdesarrollo es la indiferencia absoluta que despierta el problema en la dirigencia política en general y en el gobierno en particular. En efecto, desde la esfera oficial no solo se niega el problema, sino que se apela a explicaciones que están a mitad de camino entre el ridículo y el racismo, como cuando se sostiene que las medias y desvíos estándares que se aplican en general para establecer el grado de desnutrición no son aplicables en Salta, como si nuestros comprovincianos pertenecieran a otra población, no humana o subhumana. Por otra parte, en las propuestas de los partidos políticos por lo general no se menciona el problema, excepto de manera vaga y elíptica y sin que se exhiban programas concretos para superar este endémico flagelo.

¿Cómo eliminar el subdesarrollo? Naturalmente, el problema es gigantesco y no se puede contestar ni pretender resolverlo desde un artículo periodístico. Sin embargo, debe ser claro que un inexcusable punto de partida para salir del subdesarrollo es la aceptación de que el problema existe. En segundo lugar, debe ser claro también que el subdesarrollo se perpetúa por la incapacidad del sistema educativo de Salta para contener a la población que debe ser formada y para brindarle herramientas que les posibiliten a los jóvenes salteños encontrar empleo genuino. En tercer lugar, y como forma más o menos inmediata para dar respuestas a la desocupación y hasta tanto se modifique el perfil de formación de los jóvenes, se debería contemplar un mecanismo generalizado de empleo que tendría que provenir, en gran parte, de un amplio plan de obras públicas, con el compromiso expreso de contratar mano de obra salteña, ya que las tareas requeridas no son de gran complejidad y se pueden realizar con el entrenamiento mínimo necesario.

Naturalmente, los detalles de cada una de estas premisas básicas son todo un tema en sí mismo que no puede abordarse aquí. Sin embargo, sí puede añadirse algo de importancia al respecto, y es que los recursos necesarios no son desproporcionados con relación a las posibilidades presupuestarias: en buena medida se conseguirían eliminando los gastos reservados -que se ha probado que son más que excesivos- y suprimiendo la gigantesca propaganda oficial.